viernes, septiembre 08, 2006

Con el alma secuestrada

Natasha Kampush, la chica austríaca, salió libre luego de casi ocho años de haber sido recluida en un sótano aislado y de seis por seis.

¿Qué hacía yo a la edad en la que ella estaba bajo tierra bajo el dominio de ese enfermo asqueroso?

A los once fantaseaba con el papá de una amiga. Se llama Rodrigo. Era tostado, alto y fibroso. Recuerdo sus vellos y esa bata de seda con la que siempre estaba en casa los fines de semana.

Cuando llegaba a casa de S. deseaba con todas mis fuerzas oir un partido de fútbol en la tele (o los Magníficos... me acuerdo que le encantaban) para pasar delante de él y saludarlo. Cuando me saludaba me daba un besito en la mejilla yponía su mano en mi cintura. Nunca antes había hecho algo así. Me sentí "tocada".

A los doce ya me masturbaba como una loca y antes que me salgan esos "higos" que nos salen a todas cuando necesitamos formador, lo imaginaba besándome en el baño de la casa de S. (yo me masturbaba en el baño), besándome por todo el cuerpo.

Meses más tarde, en una fiesta, casi sucede. Habíamos organizado una fiesta sorpresa para el cumple de S. en su casa y yo era una de las organizadoras. Mi labor era decorarlo todo (podría haber elegido traer música, invitar gente, hacer las compras, pero yo quería estar ese sábado ahí, mientras S. estaba con su mamá en casa de su tía) para lo cual requerí muchas veces la ayuda de Rodrigo (hasta ahí le decía "señor", luego lo llamé por su nombre).

Estábamos Rodrigo, Paula y yo. Paula estaba en el primer piso inflando globos y yo movía los muebles y coordinaba con el dueño de casa (Rodrigo) lo que los tipos de las luces y conectaban en el primer piso. Además tenía que supervisar lo que la empleada preparaba en la cocina.

Rodrigo estaba en la sala para ver televisión, en el segundo piso, así que tenía que subir a cada rato para preguntarle por un cable, una extensión, si podía cortar la corriente, etc.

Él sonreía de una manera especial cada vez que le preguntaba algo. Incluso, a la segunda vez, me dijo: "ven... no me has saludado" y me puso el cachete. Yo le dije que sí, toda tímida y cojuda, a lo que me respondió: "¿los besos se te gastan a esta altura de tu vida?". Obviamente yo le di un beso (de niña buena, en el cachete)

La penúltima vez que tuve que decirle algo ya no estaba en la salita. Fui a su cuarto para buscarlo y estaba a oscuras, se acababa de bañar y olía a perfume de hombre. Abrió y me dijo que pasara. Me moría de los nervios. Me preguntó qué quería y yo tartamudeé como una tonta. Me miró y se sentó en la cama. Yo traté de explicarle que los señores de las luces ya se iban y que si podía mover su camioneta... pero decía cualquier cosa (¡cómo son las chicas!) y no me hacía entender.

Él se puso de pie y me tomó de los hombros. Me giró con suavidad y me puso de espaldas a él. Sus manos grandes empezaron a masajearme debajo del cuello, por la espalda. "Estas muy tensa, como que estas labores organizativas te llenan de estrés ¿no?". Yo sólo cerré los ojos y me hundí en ese aroma de hombre y asentí sucumbiendo al masaje de esas manos maravillosas.

Luego me soltó, tomó las llaves y me dijo que sacaba la camioneta.

Durante la tarde me hizo un par de masajes más. Uno en el cuarto de la televisión y como en broma. El tercer masaje se lo pedí yo, le dije que nos íbamos Paula y yo a cambiar, que luego regresábamos... pero que me de un último masaje porque "me había quedado tensa" (¡qué pava!) obviamente él se dió cuenta que estaba jugando con fuego. Esta vez me masajeó los hombros pero no me dio vuelta, así que me miraba a los ojos. Me abrazó y pasó su mano por mi espalda, yo quería mirar sus ojos y sus labios me tocaron. Lo besé. Sus manos me comieron viva, sentí su pene como si me quisiera penetrar a través del jean. Me sonrojé, sentí calor, mucho. No recuerdo haber sentido nunca tanto ardor en el rostro. Pasó su lengua por mis orejas y sentí que me desmayaba. Luego me alejó y me dijo con mucha ternura: "váyase, póngase linda y viene luego..." Sonreí y me fui.

Claro, Paula me miró con cara de "qué diablos le pasa a esta".

Durante la fiesta me lo besé dos veces. La primera en la cocina: yo preparaba unos sanguchitos y él había entrado a preparar unos tragos para los chicos, envió a la empleada a traer Cocacola a la tienda y me jaló hacia el pequeño almacén. Me besó y pasó sus manos por mis senos, mi trasero, mis piernas. Yo lo abracé casi infantilmente. Luego nos separamos.

La segunda fue al final de la noche. La mamá de S. se había ido a dormir, con él se suponía, y sólo quedábamos algunas de nosotras. Rodrigo se apareció no sé de dónde y me dijo que me llevaba y que lo esperara en el parque de atrás.


(Es la foto de la fiesta. detrás está Rodrigo haciéndonos "cachitos" a S. y a mí)

Me despedí y, dicho y hecho, mientras caminaba pasó la camioneta y me subí.

Fuimos a la playa. No pasó de los besos y del manoseo. Ahora que tengo (algo de) experiencia imagino que le vacilaba la idea de estarse levantando una chiquilla, pero que en el fondo se cagaba de miedo de hacerlo (por su hija, su matrimonio, por el hecho de estarme "cagando" la mente) en media hora regresé a mi casa y me masturbé toda la semana pensando en él.

Fui a casa de S. varias veces y no sé si me evitó o por "suerte" no lo encontré. Pero me tenía ansiosa cada vez que iba. Lo vi muy pocas veces y como si nada hubiera pasado.

Al año S. tuvo una hermanita y se mudó a Miami con toda la familia. Vi a S. un par de veces, cuando vino de visita, y estaba regia, casada con un gringo y con un pequeñín que parece un ángel de estampita.

De Rodrigo no sé nada. No me atreví a preguntarle a S. Me encantaría saber qué es de su vida, verlo tal vez. Hay días, como hoy, en los que me asaltan las ganas de verlo y que vea en lo que se convirtió esa niña tímida a la quien le dio (sin saberlo quizá) el primer beso. No sé. Tomarnos un café, ir a la misma playa y que ahora le tiemblen a él las piernas.

Ojalá lea blogs y se encuentre con éste. Por eso no cambié su nombre, él sabrá que hablo de él. Deseo verlo, no que se tire debajo de un tren.

Escrito en mi piel por: Marcela L. @ 11:17 a. m.

Garabatéame Publicar un comentario

... a mi me manoseaba la secretaria de mi mama mientras me contaba sobre su novio y sus planes de irse a vivir con el ... que dias aquellos ...

Escribió sobre mi piel: Blogger best_nice @ 5:53 p. m. #
 

Ok, A.
Estoy avisadísima.

Déjame vivir ¿quieres?

Escribió sobre mi piel: Blogger Marcela L. @ 1:21 a. m. #
 
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Sé que siempre preguntarán, porque tendrán picazón por preguntar, si la foto de la barra es mía. Sí, es mía. Soy yo. Rásquense un poquito. Bueno, un poquito más. Y síganse rascando. A mí me encanta rascarme.

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