domingo, septiembre 10, 2006

En la cama con Ric: plancha quemada.

Acabo de regresar, es domingo por la noche, huelo a trago y a cigarro. Soy una mujer recién casada sacándose las botas en el cuarto de la computadora a las dos de la mañana porque no quiere que el marido se despierte.

¿No es patético todo ésto?

A veces me imagino a dónde creerá que me voy por las noches cada vez que discutimos. Me intriga. Y me conoce, es decir, conoce lo que soy, no lo que hago. Sabe lo que deseo y de lo que soy capaz. Lo que no necesariamente conoce y sabe es de la triste realidad.

Toda teoría es buena. En la práctica todo se va al diablo.

Estoy picadaza, me tomé un par de pisco sours con Ricardo (tranquilas, amigas que me torturan con su moralina en los comentarios, Ricardo es un ex compañero de trabajo y es re gay), conversamos y me relajé bastante luego de la "peleita" que tuve con el consorte.

Igual me pregunto: ¿a dónde se imaginará que voy de noche? nunca me lo pregunta, la semana pasada di vueltas al parque, sin rumbo y por horas. Incluso me metí a la iglesia del Parque Kennedy para comprobar la muerte del Dios de mi infancia. Hoy estuve donde Ricardo. Se está convirtiendo en una constante esto de las broncas semanales.

Conozco a mi marido y se está inventando mil historias: seguro que tengo un amante al que visito descaradamente todos los domingos y ahora que recién vivimos juntos se está enterando.

Ya me conozco la cara larga del lunes, incluso debería ahorrársela y colocarse un cartelito que diga "cara larga", seguir con su vida y no tener que soplármela.

Bien entrada la semana se me acercará en la cama, por la noche, o entrará a la ducha, en la mañana, a pasarme la mano (y otras cosas). No niego a veces me provoca, no soy de palo, pero la mayoría de veces que terminamos tirando siento algo aquí dentro que no sé cómo explicar. Creo que con cada fricción y silencio una gota de rencor se acumula en mi alma.

Sé que en algún momento va a salir y me voy a levantar al primero que me encuentre sin culpa de ningún tipo y contra todo lo que me había propuesto para cuando me case.

Es más, hoy echada en la gran cama de Ric le pregunté si alguna vez había tirado con una mujer y me dijo que sí. Yo bien despechada lo iba picando y picando a ver si me ligaba un revolcón con mi amiguito, pero es todo un caballero.


Esta es una de las fotos que me tomó Ric antes del matri. Estaba en su cama leyendo una revista y me hizo toda una sesión fotográfica prenupcial no oficial.


Qué clase, qué formas para decirme que no. Qué jodido. ¿Qué le costaba regalarme algo para llevarme a dormir con el ánimo vengativo satisfecho? Tanto músculo (y estilo y cerebro) que mujer alguna podrá hacer suyos.

La riqueza en el mundo está mal distribuida, hoy mi hogar es como el tercer mundo.

Mil disculpas por divagar, estoy bajo el influjo del pisco y el sueño. Ya les cuento.

Escrito en mi piel por: Marcela L. @ 11:57 p. m.

Picazón

Sé que siempre preguntarán, porque tendrán picazón por preguntar, si la foto de la barra es mía. Sí, es mía. Soy yo. Rásquense un poquito. Bueno, un poquito más. Y síganse rascando. A mí me encanta rascarme.

Lunares

Puedes escribir lo que quieras sobre mí. Sólo te pido: que sea con suavidad. Así como te entrego mi piel completa, espero que escribas con amor y acaríciame. Si tus uñas o dientes me hacen daño ten por seguro que jamás me volverás a tocar.
Lee mi piel, escribe sobre ella, pero con cariño: marcelandauro@yahoo.com

Tocaron mi piel

Dicen que una se viste esperando ser desvestida. Mi estado natural es desnuda. Todo lo que escriba sobre mí es reflejo de lo que traigo dentro. No son historias, ni cuentos. Es mi vida. No necesito ocultar nada.
Rozaron mi piel:

frontpage hit counter